Por: Luz María Esperanza Gomez Acevedo. – Abril 21 de 2020
Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo
Estamos cambiando, espero que sea para bien, miren no más este cambio tan interesante que se está dando en las ciudades, se fueron unos turistas, llegaron otros. Esta mañana cuando salí a la terraza de mi casa una hermosa mariposa, de esas naranjadas que he visto en el humedal muchas veces, estaba paseando por mi patio, me hizo recordar los videos que circulan por la red, donde los micos titís, las iguanas, las osas de anteojos con sus oseznos, las zarigüeyas, los zorros, aparecen curioseando lo que antes no les había permitido la humanidad hacer, pasear por su ciudad ¿Qué así viven los humanos? ¿Que qué comen? ¿De dónde sacan sus comidas? y ¿Esos que pasan casi volando y no tienen alas, qué son? Domiciliarios, les dicen.
El aire transparente nos deja ver su ciudad ¡Caramba que interesante! Y por qué están escondidos ¿Será que están viviendo el mismo miedo que nosotros los animales y las plantas le hemos tenido a quien llaman la humanidad? Verlos así los percibimos menos peligrosos que antes.
Cambia, todo cambia. Y siguen curioseando, así se enteran que la ciudad está en cuarentena, ha aparecido un extraño virus que, gracias a Dios, a plantas y animales no nos hace daño. Qué bonito fuera compartir con esta humanidad asustada nuestra humilde sabiduría, empezando por mostrarles que sabemos cómo libar las flores y encontrar la comida por nuestra propia cuenta, sabemos devolver favor con favor, las flores nos dan néctar, nosotros las ayudamos a polinizarse y así la vida sigue progresando, más plantas, más flores, más miel. Hace mucho descubrimos el poder integrador de la naturaleza y seguimos vivos porque lo aprendimos a usar.
Será que este es el momento para reconocer que este nuevo turismo nos vino a recordar a la humanidad que somos parte del cambio y, eso que hagamos de ahora en adelante, una vez nos liberemos del miedo, debe ser para hacer que nuestra ciudad en sus Planes de Desarrollo considere, también, las otras ciudadanías que habitan la ciudad y aprendamos a quererlas, cuidarlas y protegerlas, conservando esos pocos espacios donde les hemos permitido vivir. Seguro nos lo agradecerán con más progreso, más vida.
Vale la pena cambiar.