Muchos ecosistemas son de gran importancia ecológica, no solo por ser el hábitat para muchas especies de aves, sino también, porque le permiten a otras como las migratorias hacer una pausa antes de continuar con su largo viaje.
Los humedales de Bogotá y la Sabana son un ejemplo de ello, especies que no es frecuente encontrar de repente aparecen por unos días y luego ya no están. Aprovechan la oferta de alimento y refugio para retomar energía y continuar su viaje al sur del continente, o cuando están de regreso a su lugar de origen hacia el emisferio norte.
En el mes de septiembre en el humedal de Córdoba, en el sector tres, se logró evidenciar esta situación, con una especie que a lo largo de veinte años no había sido registrada. El Chorlito chillón (Charadrius vociferus), ave playera migratoria de Norteamerica, la cual fue avistada junto con otra también migratoria, el Chorlito patiamarillo menor (Tringa flavipes), aprovechando los playones que quedaron al descubierto debido al corto verano que tuvimos por esos días. Una gran oportunidad para comer insectos acuáticos.
Es posible que haya estado por una semana o algunos días, pero ojalá en la siguiente migración le muestre el camino a otros de su especie para que sigan llegando al humedal de Córdoba.