Entre las 35 especies de aves migratorias registradas para el humedal de Córdoba, solo hay una de la familia de los Icteridos, el Turpial baltimore (Icterus galbula).
Siendo muy vistosa, es difícil de encontrar al interior del ecosistema, debido a su comportamiento calmado y silencioso; su llamado es suave y se confunde con el de algunas aves residentes, y no canta en el trópico como sí lo hace en Norteamérica, su lugar de origen.
Sin embargo, es muy curioso que en más de 20 años, participando en censos de aves, en el humedal de Córdoba, coordinados por la Asociación Bogotána de Ornitología, no haya sido registrado nunca, a pesar de su presencia. De hecho, en los últimos 15 años, solo he logrado tener seis encuentros con esta ave, pero todos en el jardín de mi casa, ubicado a pocas cuadras del humedal.
Su acercamiento, se ha presentado debido a la oferta de frutos y flores de árboles de cerezo y pomarroso, los cuales además le proveen de insectos. Esta interrelación, ratifica la importancia de mantener zonas verdes bien arborizadas, cerca de las áreas naturales de cualquier ciudad para aumentar con ello la oferta de alimento y refugio para la vida silvestre.