Cuando se habla de proteger los seres vivos que están presentes en un ecosistema, por lo general se piensa en aves, mamíferos, anfibios, reptiles, árboles, entre otros, de un tamaño fácil de percibir por el ojo humano.
Sin embargo, siempre se olvidan los insectos, los pequeños invertebrados o diminutos microorganismos, que sin su presencia se rompería por completo la cadena alimenticia y el delicado equilibrio que hace posible mantener la funcionalidad de un ecosistema llámese bosque, humedal, río, páramo, etc.
Por ejemplo, cuando se tala o poda un árbol sólo se busca ubicar los nidos de aves para su rescate, pero poco o nada importan los cientos de diminutos insectos (arañas, chinches, escarabajos, etc) que son eliminados en una actividad tan común como esta, sin hablar de otros como hongos, epifitas o musgos.
Es un mundo de vida silvestre despreciado, al cual no se le reconoce como corresponde su enorme importancia como parte del patrimonio natural. En el humedal de Córdoba tenemos el caso del insecto palo, que siempre es posible verlo en una parcela de pasto que no se poda para conservarlo. Se alimenta del pasto largo y allí encuentra refugio. O en la Suelda Consuelda, en dónde habita una avispa muy elegante, que siempre está volando muy bajo sobre los parches de esta hierva.
Adentrando un poco más en el microcosmos de la vida, en los espejos de agua de todos los humedales, existe otro complejo y diminuto sistema de vida acuática, el cuál es aún más difícil de observar, entender y proteger. Para el caso del humedal de Córdoba la asociación IDROcolectivo, logró en el año 2008 y 2009 (proyecto RAMSAR), levantar una línea base de muchos de estos seres vivos, encontrando uno de tentáculos venenosos, llamado Hydra; una especie de camarón de agua, de pocos milímetros; un escarabajo buceador; pulgas de agua, de tono rojizo; una especie de sanguijuela; dos especies diminutas de ostra, entre muchos otros.
Y al igual que las especies de mayor tamaño, esta microfauna también necesita de buenas condiciones ambientales, agua limpia, diferentes tipos de nichos vegetales, zonas de matorral en zona litoral y bosque, que por ningún motivo pueden ser sometidos a mantenimiento por paisajísmo o por razones estéticas o en algunos casos en razón de la seguridad. Aplicando esta lógica se ha logrado manejar por más de veinte años el humedal de Córdoba y los resultados se notan a la vista, o al observar con mas detalle.