La descomposición de la materia orgánica en los ecosistemas es un proceso natural, relacionado con microorganismos, el agua y la temperatura, mediante el cual se aportan nutrientes al suelo.
Cuando la descomposición vegetal se permite de manera activa, en áreas de conservación, en zonas urbanas, como los humedales de Bogotá, es posible observar como una gran variedad de macro hongos, algunos muy efímeros, comienzan a aparecer a medida que, por ejemplo, el tronco de un árbol muerto se descompone a lo largo de varios años, o al dejar que muchas capas de hojarasca cubran el suelo.
Este es un proceso que ha sido concertado en el humedal de Córdoba desde hace más de 20 años, sí un árbol cae y no obstruye senderos ni afecta infraestructura, allí se deja para que la naturaleza haga su labor y los procesos de renaturalización sean más eficientes. Parece obvio, pero resulta que por años fueron retirados por considerarlos escombros, debido a un enfoque aséptico del paisaje.
Con ello cambia y se enriquece el ecosistema, y los macro hongos se expresan con formas y colores que antes no era frecuente observar, siendo evidente su aumento en las zonas en donde se ha logrado renaturalizar el suelo.
Con acciones tan básicas como estas, los hongos (micro y macro) son algunos de los grandes beneficiados, así como también insectos, ranas, culebras, algunos mamíferos y plantas, entre otros organismos.