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La tingua azul, ave vistosa, colorida y tímida, por lo general se encuentra mimetizada entre la vegetación acuática buscando alimento. No siempre es fácil observarla en su hábitat, a no ser que 89 de ellas sean liberadas en un corto lapso de tiempo.
Así sucedió el 10 de febrero, a las 9:00 am, en el gran espejo de agua del sector tres del humedal de Córdoba, entre el llamado de tinguas, chorlitos, patos, monjitas, alcaravanes y chamiceros, que parecían advertir lo que sucedería, poco a poco fueron saliendo de pequeñas cajas de cartón, tinguas azules adultas y juveniles (Porphyrio martinicus), en busca del refugio que habían perdido. Fueron rescatadas y recuperadas por la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) desde el mes de enero.
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Todos los años cientos de aves de esta especie acuática, arriban de los llanos orientales buscando los humedales de la Sabana de Bogotá, en algunos casos llegan a buen puerto pero en muchos otros las luces en la noche, los cables que van de poste a poste, el ruido de la urbe y en general el entorno artificial de Bogotá se interpone en su camino. Terminan en techos, jardines, parques y vías, atontadas, cansadas y en algunos casos heridas, pero muchas tienen la suerte de ser rescatadas por ciudadanos sorprendidos al encuentro con este ser exótico o por personas que ya las conocían. Por fortuna para ellas desde hace 16 años la SDA cuenta con el programa de rescate y rehabilitación de Tinguas azules, que ha permitido a la fecha reincorporar a los humedales a miles de individuos.
Una bellísima labor de la autoridad ambiental, que no da tregua y que de no existir, cientos de Tinguas azules morirían cada año en su inevitable encuentro con la ciudad inerte.
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