Equipo interdisciplinario del humedal de Córdoba

Un derecho colectivo hecho realidad

Biodiversidad y malas decisiones

Vireo ojirrojo (Vireo olivaceus), en un Trompeto.

Uno de los mejores momentos para hacer observación de aves en un ecosistema, es cuando se mezclan en su actividad las aves residentes junto con las migratorias, es como una explosión de formas, colores y sonidos en un profuso movimiento.

Ello se hace muy evidente en las salidas de observación de avifauna que hacen las comunidades y en los cuatro censos de aves que son costumbre de hacer en la Sabana de Bogotá, cada año, a través de la Asociación Bogotana de Ornitología. Para el caso del humedal de Córdoba estas actividades han permitido confirmar como el número de especies de aves registradas, desde el año de 1996, se ha mantenido en su gran mayoría, incluso con la aparición de muchas nuevas.

Este es un hecho soportado por la variedad de hábitats acuáticos y terrestres con que cuenta el humedal de Córdoba, los cuales, a la fecha, no han sido alterados, pero sí se han recuperado, y que ofrecen alimento, refugio y la protección necesaria para la supervivencia, no solo de las aves, sino de una variada fauna silvestre. En donde, por ejemplo, el Curí (Cavia aperea) es el mamífero más representativo y la rana campana (Hyloxalus subpunctaus) continúa presente en las zonas litorales de casi todo el perímetro del sector tres, en su costado sur.

No obstante este positivo panorama, si la Empresa de Acueducto de Bogotá, hubiera cumplido con el compromiso firmado en el año 2006, derivado del fallo de acción popular 0254, con relación a la prioridad de descontaminar el agua, tendríamos hoy mejores condiciones de salud ambiental, y con ello la presencia de especies clave que hoy no están y de otras que sólo llegan de paso, pero que no se quedan al no contar con las condiciones adecuadas.

En contraste, la administración distrital en constante incoherencia, al tiempo que firma normas positivas para los humedales, como el Plan de Manejo Ambiental del complejo de humedales RAMSAR de Bogotá, también lo hace con otras que son un claro retroceso para la protección de la vida silvestre y la salud humana, como la resolución 3964 de 2019 (que enaltece el agua contaminada en los humedales) y el artículo 549, mico del nuevo POT, que por encima de la conservación, establecido como el uso principal, privilegia diversos negocios. El cual parece que se esta materializando con el proyecto de la Secretaría Distrital de Ambiente, denominado “Juntos por la Biodiversidad”. Todo un sofisma de distracción, porque la biodiversidad será la menos beneficiada.

Hábitats terrestre y acuático, recuperados y protegidos, en cumpimiento del fallo de acción popular.
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