Luz María Esperanza Gomez Acevedo – Abril 9 2020
Me parece que este momento es una magnífica oportunidad para comprender la naturaleza de la vida, esa de la cual somos parte y a veces mantenemos ignorada. Mi Maestro Humedal de Córdoba, como yo lo llamo, en 20 años trabajando por su protección y cuidado, me ha brindado importantes lecciones al respecto y quiero aprovechar estas circunstancias, por la pandemia del coronavirus, para compartirlas con ustedes.
Una, en la naturaleza nada se improvisa, la forma de vaso de un humedal es para reconocer que hay épocas de escasés y abundancia en ciclo eterno, nada es para siempre. Cuando hay abundancia, hace dos cosas interesantes. Con una parte de la abundancia alimenta los ríos subterráneos, que sostienen la corteza terrestre y como el agua no se evapora por el sol puede, luego, solicitar de su abundancia, provisiones para su época de escasés.
Lo que le sobra lo derrama a favor de todo lo demás en el territorio circundante y los seres vivos que lo habitan. Inundaciones le decimos, tan poco reconocemos su naturaleza la cual, para controlarla, dado que nos dio por construir nuestras viviendas en los bordes de su territorio, sin medir las consecuencias propias de esa su naturaleza, la hemos controlado con cemento, alterando su magnífica función en lugar de aceptar que lo hace porque es en esos períodos donde deja sobre el territorio de borde y su zona de Manejo y Preservación ambiental, los nutrientes que alimentarán las nuevas plantas que surgirán para reemplazar las que morirán por los excesos; se parece a eso que estamos viviendo con el coronavirus ¿No creen?
Su segunda importante función es cuando hay poca agua y en ese caso la cuida empozándola en el fondo del vaso y no la deja escapar, es más, busca provisiones en los ríos subterráneos que una vez alimentó y esta poca agua, la protege de la evaporación con la vegetación de borde que a bien supo sembrar y cuidar a la vez que retiene sedimentos ricos en nutrientes e incluso semillas, para futuras situaciones de escasés, cuando las condiciones externas hayan impedido el crecimiento de las plantas en sus bordes.
¿Nos hemos preparado los humanos de la misma manera que hace el humedal, compartir nuestra riqueza en épocas de abundancia para fertilizar las relaciones humanas, sociales y con la naturaleza y disponer de nuestra naturaleza para aprovisionarnos en caso de escasés?