Por: Luz María Gómez Acevedo., marzo 31 de 2016
Un correo, un mensaje, dos alertas amarillas, el humedal se estaba muriendo. La sequía, el viento, los camiones de Soacha botando escombros y basura encima de él, los habitantes de calle encendiendo fuego que poco a poco lo abraza, los caballos pisando la tierra que debía permanecer porosa, las inversiones por varios miles de millones hechas para ayudar a su supervivencia, perdidas. Tal vez, el amor pudiera venir a salvarlo. Respondimos la llamada, los hermanos cuando se quieren saben cuándo es urgente llegar.
Y vinieron a La Tibanica, el de La Conejera, Córdoba, Jaboque, Tibabuyes, el Burro, Capellanía, Chorrillos, El Meandro del Say a rescatar al hermano vencido, sus fuerzas no le dieron para resolver tanta incertidumbre, pero ahí estaba la inteligencia colectiva para comprender cómo había llegado a tal situación, cómo crear las soluciones que permitan esperar con fe que se recupere y las voces de las tinguas vuelvan a crear el coro que lo distinguía. La esperanza renació cuando en medio de la desolación las monjitas volaron al percibir los movimientos de los humanos que llegaron para comprometerse con su recuperación.
Que se necesita creatividad, autocrítica, autorganización, inteligencia, remendar tejidos rotos y, sobre todo, sabiduría. La caminata por su ronda aportó información para el análisis. Había que demostrar que las decisiones tomadas, y las que no, habían impactado duramente su calidad de vida, había que buscar pruebas para aumentar las certezas. Había que repasar la historia para descubrir las lecciones aprendidas, había que conversar con las autoridades y responsables de su salud, había que buscar visibilizar las pérdidas y resaltar eso que significan para la vida.
Había que fortalecer la Red de Humedales, esa forma de organización social creada hace ya muchos años guiada por el sueño de fortalecer un modelo cultural de interrelación inteligente con los humedales de la Sabana de Bogotá, creado, adoptado y mantenido, capaz de comprender y aplicar el reconocimiento de la biodiversidad, su significado en términos de la calidad de vida humana y su contribución a la construcción de una ciudad-región, saludable, abierta, esperanzada, rica y digna para todos (as), sin exclusiones, a partir de la legitimación y el compromiso con el cuidado ético de los componentes de la biodiversidad propia de los mismos y guiados por el sueño, cumplir la Misión. Desarrollar significativas, creativas, sinérgicas e inteligentes opciones de interacción, formas de ser, hacer, estar y tener, con los humedales y entre los ciudadanos (as), a partir de la legitimación y el compromiso y cuidado ético de la biodiversidad propia de los mismos, de tal manera que al enriquecer dichas relaciones, podamos mantener e incrementar las opciones de calidad de vida en todas sus dimensiones sin sacrificar unas a favor de otras, además de participar activamente en el desarrollo de la ciudad – región, haciendo así realidad el modelo cultural de interrelación inteligente con los humedales de la Sabana de Bogotá. Manos a la obra.
