Más de 17 humedales sobreviven entre la malla urbana bogotana, resistiendo una enorme presión por parte de la actividad humana, al tiempo que albergan una variada riqueza natural.
Los humedales Altoandinos son, en Colombia, los que mayor deterioro han sufrido, por encontrarse en la zona más poblada del país. Desde la llegada de los Españoles han sido sometidos a grandes transformaciones, como lo evidencia la Sabana de Bogotá, que pasó de tener más de 5.000 hectáreas de humedales a un poco más de 900.
A pesar de todo el atropello sufrido, los humedales de la capital siguen ofreciendo importantes beneficios a sus habitantes, como regular el control de inundaciones en invierno y retener parte de los excesos de agua; contrarrestar el efecto del cambio climático ayudando a disminuir la temperatura, y reteniendo y capturando gases de efecto invernadero; albergando flora y fauna silvestre, en especial del grupo de las aves (residentes y migratorias); conservar una muestra viva de la flora Altoandina; producir aire puro; retener sedimentos del agua contaminada; la oportunidad de tener un contacto directo con vida silvestre en espacios boscosos y anfibios, en medio de la urbe; retener partículas contaminantes del aire y transformarlas.
Muchos de los beneficios que nos entregan los humedales, podrían ser de mayor alcance y beneficio, si por ejemplo, la contaminación de sus aguas no fuera tan alta, situación agravada por la falta de acciones coherentes de parte de las instituciones responsables de su protección y recuperación, las cuales, en las últimas dos décadas, desde la implementación de la Política Distrital de Humedales, en el año 2007, no han cumplido con este mandato. La razón para ello, es que cada nuevo alcalde, en su Plan de Desarrollo desconoce su Plan de Acción y su priorización.
Entre los humedales de la ciudad hay diferentes niveles de conservación, algunos muy deteriorados, otros entre conservados y en alto riesgo, y otros con niveles de recuperación muy importantes, sin embargo, en términos generales mientras el agua que los alimenta, siga ingresando a su cauce con aguas residuales, continuará su lenta agonía. Y la vida que albergan y que tanto esfuerzo le ha costados a las comunidades vecinas proteger, poco a poco será menos variada.
Las aves, su mayor riqueza, siguen sacando la cara y mostrando su lado más positivo, entre los bosques que en muchos humedales han logrado abrirse paso entre las praderas de pasto Kikuyo, y en los espejos de agua, en donde el agua lluvia todavía logra habilitarlos para la vida.
El dos de febrero se celebra el día mundial de los humedales.
En 2025, el tema de la Convención de Humedales RAMSAR es “Proteger los humedales para nuestro futuro común”, hace hincapié en la necesidad de una acción colectiva a fin de conservar los humedales como ecosistemas fundamentales para un planeta sostenible.