En la celebración del día de los humedales, el dos de febrero, la convención internacional de humedales RAMSAR lanzó como lema para este año: “Los humedales y el bienestar humano”.
Y tiene mucho sentido, porque nuestra relación con los humedales y su biodiversidad puede generar resultados tanto positivos como negativos, en la medida en que las actividades que hagamos sean respetuosas o no con su conservación.
Porque a pesar del avance normativo para su protección y de los numerosos estudios que han identificado su enorme riqueza natural y funciones ecosistémicas, sigue existiendo un desbalance en la relación humana con los humedales.
En el caso de Colombia, persiste un aprovechamiento negligente y contrario a la conservación, como por ejemplo:
Utilizarlos para el vertimiento de aguas residuales y al mismo tiempo promover el turismo de naturaleza con los riesgos que esto conlleva para la salud.
Se utilizan sus aguas para la agricultura, la ganadería o la pesca, y al mismo tiempo son contaminados con residuos peligrosos de procedencia industrial, agraria o residencial.
O se declara la lucha y adaptación contra el cambio climático, pero, al estar contaminadas sus aguas se convierten en fabricas de gas metano.
Este incoherente uso de los humedales termina perjudicándonos a todos, animales, plantas y humanos, en un ciclo perverso que termina por acabar con la posibilidad de tener humedales sanos y funcionales, para nuestro bienestar.