Terminó en abril el ciclo de migración de aves 2016-2017, millones de ellas ya volaron al norte, silenciosas desde bosques, ríos, páramos, selvas y humedales, de regreso a sus hábitats de origen en Alaska, Canada y Estados Unidos.
Hasta hace unos días en el humedal de Córdoba, todavía era posible observar algunas de las 35 especies migratorias registradas, el atrapamoscas norteño (Tyrannus tyrannus), la reinita acuática (Parkesia noveboracensis) la mirla buchipecosa (Catharus ustulatus) y una pareja de patos canadienses en el sector dos (Anas discors), pocos individuos, pero allí estaban alimentándose para comenzar también el largo viaje de regreso.
En seis meses la migración llegara de nuevo reiniciando este ciclo interminable de supervivencia, cuyo éxito depende, entre otros factores, de la efectiva protección y conservación de los ecosistemas tropicales.