Fue un enorme logro a favor de la conservación de la vida silvestre del humedal de Córdoba, haber implementado, por primera vez, la rehabilitación ecológica de un área muy afectada junto al club Choquenzá, hecha con especial cuidado y respeto con el entorno natural que allí había.
Así sucedió entre el año 2009 y 2010, en cumplimiento de los lineamientos ambientales que fueron concertados con la comunidad, en el marco del fallo de acción popular 0254, la EAB y un contratista que acreditó experiencia, intervinieron alrededor de dos hectáreas, generando el mínimo impacto en la vegetación circundante, rescatando la fauna allí presente y, retirando lodos y basuras acumulados por décadas.
Al poco tiempo de terminada la obra, con las primeras lluvias se llenó el cauce recuperado, la vegetación cubrió las zonas desnudas, llegaron las aves y regresaron las ranas. Desde entonces se han registrado una cantidad muy representativa de especies de aves acuáticas y terrestres, residentes y migratorias, algunas de ellas endémicas. Logrando un resultado de alto impacto ecológico para el ecosistema.
Más adelante, a partir del año 2015, se comenzaron a registrar peces, hecho muy destacado, a pesar de la regular calidad del agua, primero llegaron las Carpas (Cyprinus carpio) y luego los Guppis (Lebistes reticulatus), aumentando con ello la presencia de varias especies de garzas, muy interesadas en este nuevo alimento disponible para cazar.
Además de la rana Sabanera (Hyla labialis), también llegó la rana Campana (Hyloxalus subpunctatus) y colonizó las zonas litorales, terminando de enriquecer la biodiversidad, que poco a poco se hizo presente en este nuevo espacio acuático. Los registros de aves que se hacen en los cuatro censos anuales, con la Asociación Bogotána de Ornitología, han sido siempre muy relevantes en este espacio.
Un valioso entorno ecológico, que se ha mantenido vigente por catorce años y que ratificó la importancia de una intervención hecha con ética de cuidado. Todo venía muy bien, hasta cuando llegó en el año 2024, el proyecto para la construcción de un nuevo colector de agua lluvia, proveniente del barrio Niza Sur, una necesidad para mitigar inundaciones, pero cargada de veneno. La EAB, en contravía del acuerdo firmado en el año 2006, compromiso obligatorio para cumplir con lo estipulado en el fallo de acción popular 0254, hizo todo lo contrario; no incorporó en el contrato firmado con el Consorcio Redes Niza Z1, la corrección de las 403 conexiones erradas identificadas en el año 2007, que contaminan el agua lluvia que llega al humedal de Córdoba, en el sector tres; solo incluyó la “renovación de las redes locales de acueducto, de alcantarillado sanitario y pluvial”. Debido a lo cual este nuevo colector pluvial se convertirá en un cuarto vertimiento de aguas residuales, que además ingresará directo al hábitat acuático recuperado en el año 2010.
Es de absoluta insensatez y negligencia terminar haciendo lo contrario a lo acordado, con la implicación que ello conlleva, es decir, la eliminación gradual de casi toda la vida silvestre que colonizó esta zona. Los primeros en desaparecer serán los peces y los diminutos crustáceos, luego las ranas y detrás de ellos muchas de las aves acuáticas que dependen de ellos para alimentarse. Los patos migratorios (Spatula discors), el pato endémico de pico azul (Oxyura ferruginea andina) y el pato zambullidor (Podylimbus podiceps), con el tiempo también se irán.
El daño ambiental comenzó, ya es evidente el ingreso de aguas residuales, sin ningún compromiso de la EAB y tampoco de la autoridad ambiental para evitar este impacto de tan grave magnitud. Así es como las instituciones respetan los fallos de las altas cortes, los tratados internacionales y las normas vigentes. Dejando el espejo de agua recuperado años atrás, en proceso de convertirse en una laguna de oxidación, rodeada de una muy bella y frondosa vegetación, como si se tratara de una corona fúnebre.