Hace cuatro meses comenzaron las actividades para retirar parte de los sedimentos acumulados por décadas en el cauce del canal Córdoba-Molinos, al interior del humedal de Córdoba, en su sector tres; buscando como se definió en el proceso de veeduría al proyecto, causar el mínimo impacto a la vegetación, aves, mamíferos, reptiles y anfibios.
Para lo cual se acordó un trazado de tres metros de ancho, entre la Av. Boyacá y la Av. Suba, para el transito de la maquinaria, para ello se talaron, previo permiso forestal, un poco más de 200 árboles los cuales serán repuestos al terminar la intervención con 472 árboles nativos propios de los humedales. No se talaron árboles o arbustos de importancia ecológica como Aliso, Urapán, Tinto, Tachuelo, Tomatillo, Cedrillo, entre otros.
También se realizó el rescate de fauna en el trazado definido y se trasladaron parches de la herbácea, de nombre común Suelda Consuelda, la cual se plantó en otros espacios del humedal.
Por tratarse de sedimentos muy contaminados debido a la actividad humana, estos han sido llevados a un deposito especial previo secado. De los 9.000 mt3 que la EAB había indicado en el año 2018 que se requería retirar, en realidad sólo se necesita extraer 2.800 mt3, según lo determinó un estudio que no se tenía en ese entonces y que era vital para tomar decisiones, realizado hasta 2019. Porque además, no importa la cantidad de lodos que se eliminen del humedal, esto no cambiaría en nada la situación de riesgo que un evento de lluvias muy fuerte, se puede generar sólo en algunas casas vecinas al humedal, por la subida del nivel de agua. Según lo indicó la Empresa de Acueducto-EAB.
Es decir, como tanto se ha insistido desde la comunidad, sólo ampliando el paso del agua por debajo de la avenida Boyacá, toda la que llega de la microcuenca del humedal de Córdoba (4.000 hectáreas del norte de Bogotá), se eliminaría el riesgo. La EAB lo tiene muy claro y según lo ha manifestado, “ya esta definiendo el proyecto para hacer esta obra en el corto plazo”.
Al observar en terreno la capa de sedimento acumulada, en la cual queda atrapada toda la basura que se arroja sin consideración en los canales, es como atestiguar un proceso geológico de alta velocidad para la formación de suelo. Suelo en donde la vida vegetal se abre paso sin freno alguno, produciendo frutos, semillas, néctar y hojas, pero cargados de contaminación. Un enorme coctel químico del que se nutre la fauna silvestre del humedal y uno que otro caminante desprevenido.
Cuando a través de este sistema hídrico solo discurra agua lluvia, proyectos como este nunca volverán a ser siquiera pensados, en su lugar se podrían destinar estos miles de millones para potenciar la vida, la educación ambiental y la salud.